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HolaSiempre que leo frasecillas de "cosas" que ocurren entre PJ, me suelto unas risas. ¿Ponemos algunas que hayamos encontrado?Ahí dejo unas:----- ¡Quítate de mi vista! dijo Loras el elfo... y el orco le arrancó los ojos.---Mamá elfa: Tu hijo le ha sacado la lengua al mío en el patio.Mamá orca: Bueno, son cosas de niños.Mamá elfa: Si, pero es que no podemos parar la hemorragia.
Creo que @Epmer podría aportar en este hilo...
Jugando al juego de rol de warhammer fantasy, conseguimos un botín que incluía un tomo de magia. El mago y el espadero élfico eran los únicos capaces de leerlo, imagino que por habilidades mágicas, así que estaban discutiendo a ver quién se lo quedaba. En esta aventura ya estábamos avisados que los nigromantes contra los que peleábamos defendían sus secretos mediante trampas mágicas, de hecho ya habíamos encontrado un pergamino-trampa que nos habría maldecido si lo leíamos, pero lo detectamos a tiempo y no llegó a funcionar.Como los jugadores tardaban mucho en su discusión, el Máster quiso hacer la gracia de decirles: "bueno, asumo que uno de los dos lo termina leyendo, así que el afortunado se llevará... ¡un rayo eléctrico!". Con esto quería reirse viendo cómo el mago y el espadero pasaban de pelearse por ser quien lo leía a pelearse por ser quien no lo leía.Sin embargo, de todo el grupo de cinco personas, el mago y el espadero, cegados por la codicia, fueron los dos únicos que no captaron de que el rayo eléctrico no era el hechizo que aprendías con el libro, sino una trampa mágica. Nos quedamos tan cortados que máster, ladrón y ranger esperamos en silencio a que el mago y el espadero se jugasen el "premio" a una tirada, que ganó el mago todo contento. Cuando el mago preguntó al máster las estadísticas del hechizo para apuntárselo, todos nos descojonamos y es cuando comprendió que algo no iba bien.El mago era un tirillas y el rayo le hizo más daño que su HP máximo, así que tuvo que gastar un punto de karma (o como se llamen los puntos "salva-vidas") para quedar gravemente herido y no morir. A partir de entonces, la mayoría de los libros de nigromancia terminaron en la hoguera.