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Hace milenios, un planeta llamado Icaion recibió el brutal impacto de un cristal gigante de origen desconocido, que llegó a gran velocidad desde las profundidades del espacio. El meteoro perforó el planeta, esparciendo fragmentos de cristal por doquier; y su impacto fue tan potente, que el planeta y las fuerzas que lo regían se vieron alteradas para siempre. Tras el choque, trozos de corteza de todos los tamaños se desprendieron de la superficie del planeta. Fragmentos grandes como continentes se separaron de Icaion y empezaron a flotar a su alrededor, impulsados por una misteriosa fuerza gravitacional generada por el Henakor. Mientras tanto, la mayor parte del cristal permaneció integrada con el núcleo del planeta; y desde el impacto, un permanente banco de niebla y nubes envuelve este extraño mundo.