Salud
Esto siempre me plantea dificultades, salen contradicciones propias a relucir y cierta rabia mezclada con pena, ¡qué buena es la ignorancia a veces! (Ya lo dice el refrán, la ignorancia trae la felicidad).
Personalmente soy de los que tienen «listas negras» de empresas (de todo tipo y por todo tipo de motivos) a las que no les consumo nada (o intento no consumir); en esta lista, claro, hay editoriales de juegos de mesa. Bien, en el mismo sentido, y como cualquier obra, sea cultural o no, creo que no se puede (ni debe) desligar totalmente al la persona autora de la obra.
Yendo a lo concreto:
Por un lado estaría el caso que un autor/a expersa una marcada ideología o comportamiento que me disgusta y a partir de ese momento los juegos que saque los veo con "malos ojos", o bien todo lo contrario, la ideologia o comportamiento me agrada o me identifico y paso a verlo con "buenos ojos".
Si una autora tiene
ideas, no digamos ya distintas a las mías (porque borraría sin problemas el 99,99 % de las obras, jajaja), sino
directamente contrarias a líneas rojas que tengo en mi esquema moral,
prefiero no consumir nada de esa persona. Menos ya comprarlo (eso es apoyarla económicamente). Eso no significa, de forma inmediata, hacerle un «boicot» activo, solo uno pasivo (no compro, no consumo, pero no lo ando contando); esa persona tendría que dar dos pasitos adelante en lo de sobrepasar dichas líneas para que del pasivo pase al activo.
Y por otro lado estaría el caso de un juego que me gusta y al momento de conocer la ideología o comportamiento que me disgusta de su autor/a el juego deja de gustarme (o de gustarme tanto digamos), o bien todo lo opuesto, o sea que el juego no me agradara en exceso pero por simpatía a la ideología o comportamiento del autor/a me empieza a gustar más.
Con los mismos presupuestos anteriores, posiblemente el juego me siga gustando lo mismo, pero lo apartaría un poco o, incluso, totalmente (si depende de mí de forma directa, no volvería a ver mesa al menos en mucho tiempo), esto me daría entre pena y rabia, pues el juego me seguiría gustando, pero sé que no lo voy a disfrutar igual; además, si lo saco con gente que no lo ha probado antes, es una forma de promocionar a una persona que prefiero olvidar. Intentaría no ver más novedades de dicha persona (no es bueno tentarse a uno mismo en estos casos, jajaja).
Y creo que esto no quita para que siga reconociendo que tal juego es buena o tal persona diseña buenos juegos, lo que me quita son las ganas de jugarlos. Esto me pasa mucho con historietistas y novelistas.
Me he ceñido al tema ideológico (vinculado con otros comportamientos que, para mí, tienen un trasfondo claramente ideológico)
para la parte negativa porque es donde tengo las lineas rojas más claras. Otros comportamientos como «narcisismo, falta de honradez o de humildad, despotismo, etc.» pueden hacer que me caiga mal la persona, pero con eso tengo menos problemas, soy consciente que no vamos a trabar amistad. Ahora bien, tal vez pase de un juego porque haya tenido un encontronazo con dicha persona, pero no tendría que ser algo general, sino particular (me ha pasado en KS). Salvo casos muy extremos en esos comportamientos hacia otras personas o colectivos, pues ahí ya me caerá rematadamente mal y ni ganas de darle el mínimo apoyo.
Para los «otros comportamientos» (en general)
sí podría ir hacia el lado positivo: una persona honrada, humilde, que tenga unos comportamientos transparentes y una comunicación asertiva, en cambio,
sí me influye positivamente en favor de apoyar sus juegos. No hará que piense que son
buenos juegos o que tenga más ganas de jugarlos, pero sí que entre en sus campañas de financiación colectiva o, incluso, que los compre como novedad (si me lo puedo permitir y, al menos, el juego parece «bueno»). Esto lo he vivido más en el mundo de las historietas y de las novelas; en más de una campaña he entrado por la persona que lo promovía (porque me parecía que «se lo merecía», aunque no me cuadrara al 100 % el producto en sí, a veces pensando más en a quién se lo iba a regalar que en quedármelo).
También si me preguntan, así, en general, «entre este y este juego, ¿cuál me recomiendas?» sí pienso en: quién es la persona que lo firma y qué editorial lo saca. Pero sí que digo por qué esos dos datos me influyen a mí en la recomendación que doy (como me pasa en cualquier producto que me pregunten y tenga algo a favor o en contra de alguno de estos que sobrepasa elementos propios del producto), explicar esas cosas es necesario, tanto por transparencia como para dar una opinión completa y que se entienda en su propio contexto.
En resumen: la ideología, en las cosas más «fuertes», pueden influirme poderosamente en lo negativo y las maneras, en general, me influyen más en lo positivo. No afectan tanto a lo que considere el producto en sí mismo, sino en mis ganas de jugarlo o de apoyar con mi dinero dicho producto.
Hasta luego