Salud
Son varias las editoriales que «paran» la importación a EE. UU.; muchas de ellas importantes y grandes (algunas lo hacen a medias, cumplirán con el KS pero no lo llevarán a tiendas; hay una seria diferencia entre las dos vías, en un caso se puede comer el margen mayor que deja KS y eso está ya pagado y comprometido y en el otro es adelantar mucho dinero de un producto en el que no tienes ese margen pues queda la parte de distribuir y del comercio minorista y es la empresa quien adelanta el dinero).
La mayoría, parece, termina optando por una posición bastante «suspensiva», como es este caso: no mandamos nada ahora hasta que se estabilice la cosa y sea más barato. Si no baja a una cantidad asumible, algo tendremos que hacer (traducido: cobraremos
rescate). Eso sí, asumen una parte y, además, dicen que facilitarán el reembolso; además, excluyen a las tiendas de estas limitaciones autoimpuestas (cosa que tiene cierto sentido). Lo de la recompensa digital también está bien, a ver qué hacen con eso.
Dentro de las medidas que anuncian que ya están haciendo (y que son más o menos las mismas o similares a otras compañías) me llama la atención dos de ellas:
detener el desarrollo de juegos (lo mismo que ha dicho CMON, aunque acá no hablan de despedir a nadie, quizá porque no tengan a nadie en nómina directamente en eso, como pasa con tantas editoriales) y
ver cómo reducen costes en sus propios juegos. El «hacer lo mismo con menos» que ya resonó con la crisis de los contenedores (evitar cajotes, reducir componentes) y que lo estamos viendo en una tendencia en ciertos juegos (todas esas versiones ligeras de juegos ya existentes o reproducir juegos en formatos más pequeños de forma directa).
Por un lado piensas «bien, vamos a evitar la sobreproducción» pero, por otro, volvemos a una época de limitaciones creativas por temas de producción que si bien siempre ha existido (sobre todo con los juegos que salen directamente a tienda) es algo que era más «matizable» pero si tienes que incluso mudar tu producción para que sea rentable, tienes que reducir simplemente para obtener un precio similar al que ya tenías pero con menos componentes y en eso sí salimos perdiendo, pero todo el mundo, desde quien crea hasta quien consume, pasando por toda la cadena de gente que interviene.
Ah, claro, la otra que iba a pasar sí o sí: subida de precio recomendado. Mantienen las condiciones para quienes entraron en el KS (evidentemente), pero todo lo demás para EE. UU. con subidita.
Se añade a las personas directamente perjudicadas (las estadounidenses) las que caen de rebote en este tipo de campañas, normalmente, las canadienses. Si el contenedor va a EE. UU. y desde ahí se envía a Canadá, ya te comes los aranceles del país vecino sin comerlo ni beberlo. Y no están los envíos como para jugar con contenedores.
Vamos a reconocer una cosa, setenta y siete millones de personas votaron, entre otras cosas, por esta promesa de campaña. Quizá votaron por esa opción «a pesar» de esta promesa (pasa mucho, te gusta el 60 % de un programa pero ese 40 % te da escozor sin generar una línea roja, como podría ser esto de los aranceles)*... a veces fastidia más cuando sí cumplen las promesas electorales que cuando no las cumplen.
Hasta luego

*En todo caso, lo malo lo tienen quienes votaron por ese señor por cosas que realmente no prometió ni podría prometer (aunque lo prometiera en su nombre gente cercana) porque, además, no coinciden con ninguna realidad, como pasa a todas esas personas reclamando a Trump que aún no haya acabado con los
chemtrails y que se sienten totalmente engañados por un político.
EDITO: en Qué Rico el Mambo hacen un repaso rápido de las principales medidas tomadas por algunas editoriales (desde el minuto ocho):